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lunes, 23 de julio de 2012

RECORDANDO A GREGORIO LOPEZ RAIMUNDO EN EL 76 ANIVERSARIO DEL PSUC






La vida de López Raimundo, nacido en la localidad zaragozana de Tauste en 1914, se centró en la defensa del comunismo y de las libertades en España, y su trayectoria estuvo marcada por el exilio y la actividad clandestina. Casado con la escritora Teresa Pàmies, tuvieron dos hijos, uno de ellos, Sergi Pàmies, escritor, como su madre.

LA TRAYECTORIA
López Raimundo dejó la escuela a los 12 años, edad en la que comenzó a trabajar. Llegó a Barcelona cuando tenía 17 años, y con el tiempo se convirtió en un símbolo de la integración de la inmigración en Catalunya. Fue sastre y aunque ya se consideraba politizado antes de la guerra civil, quedó marcado por un hecho que le decidió a comprometerse de por vida: el 22 de julio de 1936, su hermano Antonio, dirigente de la UGT, fue asesinado en un control anarquista.

Durante la guerra, ya afiliado a las Joventuts Socialistes Unificades (JSUC), fue comisario político en el frente de Aragón. Tras la contienda, fue recluido en el campo de concentración francés de Saint Cyprien, del que se evadió. Junto con compañeros de lucha, se exilió en México hasta 1945, cuando regresó a Francia. Dos años más tarde entró en Catalunya, donde pasó su primer gran periodo de trabajo en la clandestinidad hasta que fue detenido en 1951. Aguantó sin confesar las terribles palizas a las que fue sometido. La presión internacional le evitó la pena de muerte. En 1954 fue liberado con la condición de que abandonara España. Volvió a México, para regresar de nuevo a la labor clandestina en Catalunya en 1960. Desde entonces, y hasta la muerte de Franco, residió en Barcelona durante largos periodos en distintos domicilios, sin que su cara fuera conocida ni para la policía ni para muchos de quienes conocían su lucha política.

LA MUERTE DEL 'GUTI'
Tras la legalización del PSUC, en 1977, López Raimundo puede ver por primera vez su nombre auténtico en el buzón de su casa. Ese año, tras 12 en el cargo, propone como nuevo secretario general del partido a Antoni Gutiérrez Díaz, que le reemplaza. La muerte del Guti, en octubre del 2006, le impactó. Como lo hizo su asistencia a un homenaje póstumo a Gutiérrez Díaz, del que López Raimundo salió tocado por la emoción.

Retirado de la política activa en 1985 --fue diputado en el Congreso tres legislaturas--, el histórico dirigente del PSUC lo abandonó en 1997, cuando las discrepancias entre su dirección y el líder de IU, Julio Anguita, fracturaron a los comunistas catalanes. Convencido de la necesidad de recuperar lo que representó el PSUC, López Raimundo se fue a Esquerra Unida i Alternativa, donde militaba. Era presidente de honor del PSUC-Viu, uno de los grupos que integran EUiA.

REFERENTE
El coordinador general de EUiA, Jordi Miralles, lamentó la pérdida de "un comunista valiente y coherente". "Hoy es un día muy triste para los comunistas y para todos los demócratas de Catalunya, nos ha dejado un hombre valiente, coherente y unitario", declaró. El líder de IU, Gaspar Llamazares, lo calificó de "símbolo de la memoria del antifranquismo y de la transición".

El Govern transmitió su condolencia a la familia. Fueron solo algunas de las muchas reacciones que causó la muerte de un comunista que se sorprendía de que todos le vieran como una buena persona y que afirmaba que incluso sin el PSUC, se sentiría psuquero.




Gregorio, te quisimos, te querremos

JORDI Borja, URBANISTA Y GEÓGRAFO

Más de una vez, en los últimos encuentros que tuvimos estos últimos tiempos, me decías: "Los largos años de clandestinidad y de oposición han tenido algo bueno: como no gobernamos no pudimos cometer los errores de otros partidos comunistas".
Incluso recuerdo tu comentario cuando hace unos años nos encontramos en el mismo cine viendo la película Tierra y Libertad, del director británico Ken Loach. Me dijiste que no estabas de acuerdo con la visión que ofrecía de los conflictos en el bando republicano, muy favorable a la CNT-FAI y sobre todo al POUM y muy negativa respecto al PCE y al PSUC. Pero luego añadiste: "Sabes Jordi, a veces tengo una pesadilla, sueño que ganamos la guerra y teníamos el poder... ¿quién sabe lo que hubiéramos hecho?"

Gregorio López Raimundo ha sido un dirigente comunista, hizo la guerra civil, vivió largos años en la clandestinidad, sufrió tortura y cárcel, dirigió el partido en unas circunstancias en las que la rígida disciplina propia de los partidos comunistas hizo nuestra fuerza. El Partit Socialista Unificat de Catalunya fue seguramente uno de los partidos comunistas menos estalinista, pero lo fue, lo fuimos.

PERO GREGORIO
se hizo querer, incluso cuando no estábamos de acuerdo con él. Una vez me dijo: "No sé porque dicen que soy tan bueno, no lo soy tanto como parece". Pero si ser bondadoso es mantener el afecto por las personas, ser honesto y consecuente con lo que se cree, no engañar a nadie cuando se deben tomar decisiones que no pueden gustar a todo el mundo, Gregori fue bueno y se merece la canción de Raimon, T'he conegut sempre igual. Fue un comunista que siempre luchó por la democracia, por Catalunya y desde el lugar de los trabajadores y sectores populares. Nunca nos falló, ni como catalanes, ni como demócratas ni como militantes.

El PSUC, el Partido, que fue columna vertebral de la lucha antifranquista en Catalunya, por la democracia y por la autonomía, no se entendería sin él. Fue más que un dirigente político, fue nuestro mejor representante. Te quisimos mucho, te querremos siempre.





La memoria antifranquista 
El PSUC era para él más que una ideología que daba sentido a su vida, era su familia y su universo afectivo

ANDREU Mayayo
HISTORIADOR

El pasado 3 de octubre me despedía con un abrazo de Gregorio López Raimundo en la puerta del Parlament de Catalunya. Aunque se encontraba alicaído, no quiso perderse el homenaje póstumo que el Parlament tributaba a su compañero de fatigas Antoni Gutiérrez Díaz. Meses atrás había leído con voz firme unos folios en el acto Estimat Guti, organizado por ICV. López Raimundo (siempre hay que añadir el segundo apellido) explicó cómo en el inicio de su segunda clandestinidad, en el año 1962, lo habían acogido en su casa los padres del Guti. Por las noches, durante meses, el dirigente comunista se sumó a la tarea nocturna de ensobrar hojas de afeitar, que la pareja de jubilados realizaba para complementar la pensión.

Para este aragonés catalanizado por el Barça, que ejerció de sastre en la Catalunya autónoma y republicana y que recogió el testigo político de su hermano Antonio, un dirigente de la UGT muerto al inicio de la guerra civil, el PSUC era más que un partido o una ideología que daba sentido a su vida, era su familia y su universo afectivo. Camaradas, diría él, destrozados por la guerra y la represión, que no daban su brazo a torcer, con un sentimiento de solidaridad impresionante y de una generosidad extraordinaria.

Siempre los tuvo muy presentes y nos ha legado una serie de notas necrológicas impagables. En 1980 impulsó el Homenaje a los militantes del PSUC que dieron su vida por la libertad, celebrado el 24 de mayo en el Palacio de Congresos de Barcelona, y la colocación de una lápida en el cementerio de Besalú en recuerdo de los guerrilleros Joan Panyella, Ángel Moreno y Ramon Solsona, muertos a manos de la Guardia Civil en el año 1953.

En su último libro, titulado Para la historia del PSUC (Península, 2006), hay una posdata conmovedora. Como en los créditos de las películas, aparecen una serie de nombres a los que no había hecho referencia en sus escritos: "Militantes que corrieron muchos riesgos y dedicaron sus mejores esfuerzos durante años a recuperar, fortalecer y desarrollar el PSUC". A los que ha olvidado, pide disculpas, y a los que todavía viven, "les envío un fuerte abrazo".

LA VIDA DE Gregorio López Raimundo no tiene nada de envidiable, aunque nos merezca respeto, admiración y gratitud. De los 40 años que median entre el golpe de Estado militar de julio de 1936 y su legalización en octubre de 1976, tres se los pasa combatiendo por la República, catorce en el exilio, tres en la prisión y la mitad en la lucha clandestina.
Se reconocía como un tipo con suerte, que consiguió el récord de supervivencia clandestina entre 1947-1951 mientras el resto de dirigentes comunistas españoles enviados desde el exterior iban cayendo como moscas. Asimismo, la solidaridad internacional le salvó del pelotón de fusilamiento y Franco optó en 1954 por expulsarle del país.

A principios de los 70 regresó clandestinamente para dirigir el partido desde el interior y devino la leyenda viva de la resistencia antifranquista. No tenía la lucidez política de Santiago Carrillo, del cual fue fiel escudero, pero sabía escuchar como nadie y tomar buena nota. Hace años lo definí como "el Dumbo del comunismo catalán". Le gustó el símil. Con la pérdida auditiva, acostumbraba a seguir las reuniones del comité central con la mano abierta detrás de la oreja, a veces con las dos. Al menos a alguien le importaba lo que tú decías.

SIN QUERERLO,se convirtió en un mito viviente inmortalizado en un poema de Rafael Alberti ("Pero se olvidan que el mar/ no es esa ola que acaba/ sino la que va a empezar"), en una canción de Raimon ("T'he conegut sempre igual com ara"), en un póster electoral de rostro afable y sonrisa de Gioconda con leyenda de diseño italiano (Venimos de lejos y vamos más lejos todavía). Su larga vida le permitió acumular todo tipo de reconocimientos y honores, desde su Tauste natal a la medalla de oro de la Generalitat, pasando por el doctorado honoris causa otorgado por la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

La desaparición de Gregorio López Raimundo coincide con la aprobación por el Parlament de la ley de creación del memorial democrático. Finalmente ya puede descansar en paz en el panteón de los padres de la patria. Catalunya ha decidido reparar moralmente a las víctimas de la represión franquista y preservar en la memoria colectiva y en el espacio público los valores democráticos.

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